Carta de la fundadora — Inés Bally

Cuando tenía cuatro años, sufrí un fallo pulmonar grave.

Fue una etapa que marcó mi vida: la penicilina me salvó, pero también arrasó con todo —las bacterias malas, y las buenas. Durante años, mi cuerpo funcionó, pero no en equilibrio. Siempre sentía una ligera fragilidad, digestiones lentas, energía irregular y una búsqueda constante por sentirme bien “de verdad”.

Décadas después, descubrí el agua de kéfir.

Una bebida viva, natural, que me ayudó a reconstruir lo que se había perdido: ese ecosistema invisible de microorganismos que sostiene nuestra salud, energía y bienestar. Desde entonces, el kéfir me acompaña cada día. Me enseñó que el equilibrio no se fuerza, se cultiva. Que cuidarse no es eliminar ni restringir, sino añadir lo que da vida.

En ese proceso se unió Gabriel Escudero, con su visión emprendedora y su mirada estratégica. Él vio en mi rutina diaria un propósito mayor: convertir esta experiencia personal en un proyecto capaz de llegar a más personas.

Así nació KéVida, un movimiento que une ciencia, arte y naturaleza para celebrar un bienestar más vivo, auténtico y estético.

Hoy seguimos fermentando con la misma filosofía con la que empezó todo: pequeños lotes, probióticos vivos, ingredientes naturales y respeto por el proceso. Porque el bienestar no tiene por qué ser rígido, ni el cuidado aburrido. Puede ser elegante, sensorial y profundamente transformador.

Por una vida llena de energía, equilibrio y estilo,

Inés Bally

Co-fundadora de KéVida